18 de abril de 2015

A ras del planeta

Y entonces las jirafas nos miran desde sus aposentos, hunden sus pezuñas sobre el cemento, aún blando, bajo sus camas. Carecen de sombra. Mastican. Y sus largas pestañas despiden olor a ciruelas cuando muestran sus dientes. Sus prisas nos provocan cosquillas y mis manos te agarran por la nuez. Abre la boca y mírame, fuma, clava tus pezuñas en mis nalgas y arráncame el bazo. Caladas de humo verde escriben sobre tus arrugas y, con cada embestida, vuelven a iluminar tu barba. Te ciñes a mi cintura y me peinas, lloras cuando me acuestas y cantas la leyenda que nos hará volar a ras del planeta. Con un mechero borraremos nuestras huellas. Te azotaré, me ablandaré, dibujaré con mis palabras la línea alba de tu cuerpo. Te abultarás. Y entonces yo, que muero ahora por un momento, beberé de todos los pechos de este continente hasta que nos quedemos flacos de presbicia. Corre. Muérdeme hasta que manches estos labios de amarillo. Quédate hasta que cada isla se diluya en las esquinas de mi cama...

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