16 de enero de 2015

Antígona


Hija del casamiento incestuoso de Edipo y Yocasta. En lugar de abandonar a su padre ciego y desesperado, después de la revelación de su doble crimen (homicida de su padre, esposo de su madre), ella le prodiga sus cuidados afectuosos y lo acompaña hasta el santuario de las Euménides, en Colonas, donde Edipo muere en la paz del alma recobrada. Vuelta a Tebas, desobedece las órdenes de Creonte, realizando para su hermano Polinices, condenado, los gestos rituales de los funerales. Condenada a muerte a su vez y encerrada viva en la tumba familiar, ella se ahorca; su prometido se da muerte sobre su cadáver; la mujer misma de Creonte se mata de desesperación. 

El psicoanálisis ha hecho de Antígona un símbolo, dando su nombre a un complejo, el de la fijación de la joven a su padre, a su hermano y a su círculo familiar, hasta el punto de rehusar una vida de expansión personal en otro amor, que supondría una ruptura de las ataduras infantiles. Su muerte tiene valor de símbolo: se ahorca en el panteón familiar y su prometido muere. 

Mas la dramaturgia moderna ha resucitado a Antígona y la ha sacado de su tumba. Es la joven emancipada, que deja en el panteón familiar el despojo de la inocencia, aplastada por los hábitos y coacciones sociales. Es Antígona la rebelde; pero en la medida en que se indigna contra la tiranía familiar, permanece aún psicológicamente dependiente y prisionera. Antígona debe ser lo bastante fuerte y lo bastante libre para asumir plenamente su independencia en un nuevo equilibrio que no sea el de una hibernación trivializante. La leyenda así prolongada simboliza la muerte y el renacimiento de Antígona, pero de una Antígona llegada a ser ella misma un nivel superior de evolución. 

Diccionario de Símbolos
Jean Chevalier y Alain Gheerbrant 
Editorial Herder

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